Nuestro país se encuentra sumido en lo que podemos llamar
una crisis de diferentes dimensiones, o sea una multicrisis, que abarca
los ámbitos social, político y económico.
Los síntomas
de esta multicrisis, conforme a encuestas realizadas por diferentes
instituciones y empresas, se reflejan en el pesimismo que expresan los
hondureños sobre su situación actual y la poca esperanza que tienen de
que su situación vaya a mejorar en el futuro: las expresiones de
frustración, decepción y enojo que expresa la mayoría de los encuestados
y su preocupación por el desempleo, la delincuencia, la pobreza y los
precios de los artículos básicos.
Desde el ángulo
político, la poca credibilidad de los políticos tradicionales está dando
lugar al surgimiento de nuevas opciones para los votantes y, por
primera vez en la historia política de Honduras, la hegemonía que ha
sido mantenida por los partidos tradicionales pareciera estar en
peligro.
Expresiones como “los políticos solo prometen
durante las campañas electorales para engatusar al pueblo, pero luego no
cumplen” y el hecho que una gran mayoría de los encuestados aspire a
que se produzcan cambios que enderecen el rumbo del país, son mensajes
claros de la ciudadanía hacia los políticos.
En el tema
económico, la mayoría de los hondureños estamos conscientes de la
magnitud del problema fiscal del gobierno que se viene arrastrando desde
el año 2009 y que como corolario ha generado un crecimiento
insostenible de la deuda pública, y especialmente de la interna, con sus
consecuencias lógicas sobre el gasto público por el fuerte crecimiento
de la carga de intereses.
Para enfrentar la multicrisis
es necesario que los diferentes sectores del país, como ser los
políticos, empresarios, trabajadores, sociedad civil e iglesias, se unan
en un gran pacto por la transformación integral que permita atender la
crisis actual, lograr la reconciliación de los hondureños y redefinir el
rumbo que debe tomar el país, para lograr un entorno proclive al
crecimiento económico sostenido y equitativo.
Para esto
es importante que fortalezcamos las instituciones, para que puedan
cumplir las responsabilidades que les competen en el combate a la
delincuencia, la corrupción, el clientelismo político, los abusos del
poder público y se garantice el respeto a la propiedad privada.
Se
necesita que en nuestro país funcione el Estado de Derecho, que la ley
se aplique sin favoritismos de ninguna clase y que se castigue tanto a
los infractores como a los jueces que se prestan para que se mantenga el
clima de impunidad.
Para lograr ese cambio
transformacional se necesita también un líder que esté dispuesto a
iniciar ese proceso con una visión de largo plazo.
Los
hondureños se han pronunciado en el sentido que aspiran a que el próximo
presidente del país sea una persona honesta, que cumpla lo que promete;
inteligente, capaz y preparado; que tenga don de mando y que no se deje
manipular por los grupos fácticos y que gobierne pensando
principalmente en las grandes mayorías pobres.
Todo líder
político es el resultado de la interacción de una serie de variables,
entre las que se pueden mencionar: l. Las características personales que
lo hacen sobresalir; 2. Las circunstancias del momento, como
situaciones de crisis, polarización y fractura social; 3. La proclividad
al cambio, que le permita enfrentar con posibilidades de éxito las
dificultades que se le puedan presentar.
En Honduras
necesitamos un liderazgo innovador, es decir aquel que caracteriza a las
personas que afrontan con éxito los desafíos que plantea una sociedad,
como ser en nuestro caso los sucesos del año 2009 y los cambios
políticos o sociales irreversibles por los que está pasando el país.
Un
líder que pueda ganarse el apoyo de la ciudadanía y promover los
cambios estructurales que necesita el país. Pero sobre todo, un líder
que se guíe por principios éticos y morales, que crea en la libertad y
en la democracia, en los derechos humanos, que predique con el ejemplo
positivo y que busque el bienestar de la colectividad.
A
las puertas de un nuevo proceso electoral, los ciudadanos debemos actuar
pensando antes que en un determinado partido político, en lo que más
conviene al país. Actuemos con responsabilidad y con carácter a la hora
de depositar nuestro voto y hacia adelante, unámonos para exigir un
gobierno honesto, transparente, eficiente e incluyente y no dejemos
nuestro país en manos de un pequeño grupo de políticos.
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